miércoles, 1 de octubre de 2008

Un més, mucho tiempo para mi.

-¡Hola!
Era la primera vez en un mes, que me hablaba.
Todavía recuerdo la última vez que lo había hecho, simplemente para formularme unas estúpidas preguntas de música y conversar de cosas aburridas o triviales, que me provocaban ganas de dormir; por suerte para él, era una buena actriz.
También recuerdo por qué me había ignorado todo ese tiempo; ese mismo día, le había hecho un importante reclamo: "¡Vos no me querés como yo te quiero!" le dije; a lo que él respondía con un "No sé".
Un mes después de que (por culpa de ambos) nos cayera en la cabeza un balde de agua fría a cada uno, y nos distanciáramos como nunca, nos volvíamos a dirigir la palabra; mejor dicho, él lo hacía, porque yo no le había dicho nada aún.
Recuerdo cuando, paseando por la calle con una de mis mejores amigas, le dije a ella "¡Te juro que hasta que él no se digne a hablarme, no pienso dirigirle la palabra! ¿Qué se cree que soy, un tacho de basura, un objeto de descarga, un pañuelo, su psicóloga? ¡Está muy equivocado!!"... Sí, ya lo sé, ese día mi humor no era el mejor pero, teniendo en cuenta lo anterior, no era precisamente yo la culpable de eso.
Y por lo visto, mi arranque histérico y las treinta noches de llanto quejoso acompañado por miles de "no me quiere", más mi tozudez, habían dado sus frutos. Y la que se llevó la peor parte de la historia no fui yo, sino mi amiga, quien tuvo la mala suerte de aguantar mis lágrimas y el privilegio de oficiar de ínter-comunicadora entre él y yo, porque aparentemente estábamos empecinados en lograr lo mismo: hacer que el otro cediera, a toda costa.
Por un tiempo creí que yo iba a caer, porque si hay dos cosas que no soporto son no tener noticias suyas y no hablarle un día. Así que, después de dos semanas cargadas de esos obstáculos, los días me resultaban insoportables e inaguantables. Sí, por supuesto que mi pobre amiga enloqueció (si bien no me lo dijo ni demostró, yo me di cuenta), se perforó las neuronas buscando actividades que me mantuvieran alejada de él en su totalidad... pero nunca lo logró, finalizábamos las noches viajando en colectivo y hablando del mismo tema: él.
Y ahora, él, volvía a saludarme como de costumbre y como si nada hubiese pasado. Después de unos segundos, esa emoción de volver a sentir que me quería, se transformó en descontento por su falta de emoción; algo que derivó en frustración por el tiempo perdido, lo que me llevó a sentir unas fuertes ganas de abrazarlo y de ignorarlo al mismo tiempo.
Pero ninguno de mis acontecimientos internos se terminaría ahí, porque repentinamente sentí una rabia increíble, la cual me provocó una necesidad de pegarle una patada y mandarlo a construir un hotel al polo incapaz de ser controlada.
Así que, para evitar otro ataque de histeria y paranoia, y prevenir otra explosión de mal humor, le respondí a su "¡Hola!":
-Me estaba yendo. Hablamos mañana, lindo.
Y me fui.

1 comentario:

Filth_Pig dijo...

Hola siil?
Soy Facundo, de Rapeandhoney. Me extrañó mucho tu comentario,primero porque había dejado medio abandonado ese blog y por el otro, encontrarme con una compañera arltiana. Mucho gusto.
Te dejo el link a mi otro blog, una especie de revista literaria, chequeala si querés, o pasame tu mail así contactamos.
Saludos.

hueleagas.blogspot.com